Hay una creencia generalizada de que no pasa nada si, cuando fallecen nuestros padres o familiares, dejamos todo sin tocar durante cinco años, pensando que esto supone un ahorro de costes. Y esto no es así.
La herencia hay que hacerla igual. Por el paso de los años no se hace sola. El supuesto ahorro de costes estaría referido únicamente al Impuesto de Sucesiones, que se dejaria de pagar por el trascurso del plazo legal de prescripción. Y en realidad, en el 95% de las herencias, dicho impuesto no se paga, ya que están exentos los primeros 100.000 euros por cada heredero. Esto supone que en una familia de tres hermanos, estarían exentos 300.000 euros más la porción correspondiente al cónyuge viudo.
A esto se añaden los inconvenientes derivados de “no arreglar los papeles”: el banco nos puede y nos debe bloquear las cuentas, no podemos vender ningún inmueble durante ese plazo, pueden fallecer uno o varios herederos pasando las dificultades de una partición a la siguiente generación, puede cambiar en esos años la legislación fiscal favorable que ahora existe, etc.
En conclusión, debemos arreglar la herencia al fallecimiento de nuestros familiares: evitaremos los muchos inconvenientes de no hacerlo y nos aseguraremos de disfrutar de todas las ventajas que la actual legislación nos brinda.
